La violación carcelaria es un problema que afecta a gran cantidad de hombres, mujeres y jóvenes. Un estudio reciente de cárceles en cuatro estados del Medio Oeste (USA) concluye que aproximadamente…

uno de cada cinco hombres reclusos denunciaron algún incidente sexual bajó presión o forzados en su estancia en la cárcel.
Alrededor de uno de cada diez reclusos hombres informaron que habían sido violados.
La proporción de mujeres, que es más probable que los hombres del personal de la cárcel abusen, varía mucho de una institución a otra.
En una de las instalaciones, 27 por ciento de las mujeres informaron de algún incidente sexual bajo presión o forzado, mientras que en otra, siete por ciento de las mujeres informaron de abuso sexual.
Los jóvenes bajo arresto son también sumamente vulnerables al abuso.
La investigación ha mostrado que es cinco veces más probable que los menores encarcelados con adultos denuncien ser víctimas de ataques sexuales que los jóvenes en centros de detención para menores, y la tasa de suicidios de menores en cárceles de adultos es 7.7 veces superior a la de los centros de detención para menores.
Como los estados procesan a un número cada vez mayor de menores como adultos, el riesgo de abuso sexual aumenta.
El apiñamiento y la falta de personal contribuyen de manera crucial a la violación de presos y los últimos cambios en la política de la justicia penal han exacerbado el problema con el aumento desmesurado de reclusos en cárceles y penales por encima de su capacidad.
En la actualidad, hay más de 2 millones de personas cumpliendo condenas en USA , y 4 millones más pasan por el sistema de justicia penal todos los años.
En 1998, por ejemplo, 11.5 millones de reclusos fueron puestos en libertad de cárceles y penales.
En la actualidad, una de cada 140 personas en EU está entre rejas, la tasa más alta de cualquier país.
Estados Unidos tiene detenidas aproximadamente de 180,000 a 200,000 personas al año en centros migratorios. De las personas detenidas cada año, 5,000 son niños y niñas no acompañados.
Estas personas, muchas de las cuales no están acusadas de ningún delito, son vulnerables al abuso sexual por parte de los agentes que los detienen y otros detenidos.
Provoca graves daños físicos y psicológicos…
Después de un incidente de violación, las víctimas pueden sufrir sangrado vaginal o rectal, partes doloridas y moretones (y mucho más en casos de ataques violentos), insomnio, nausea, shock, incredulidad, alejamiento,rabia, vergüenza, culpa y humillación.
Las consecuencias a largo plazo pueden ser stress post traumático,alteraciones, síndrome de trauma de violación, miedo constante, pesadillas, recuerdos súbitos, odio a sí mismas, abuso de sustancias químicas, angustia, depresión y suicidio.
Las tasas de VIH son de cinco a diez veces superiores dentro de la cárcel que fuera, lo cual hace del sexo a la fuerza -cuando los métodos de prevención son prácticamente inexistentes- una propuesta mortal.
Aunque no existen estadísticas confiables, los reclusos contraen el VIH a través de la violación, un fenómeno que se ha descrito como «una sentencia de muerte sin fallo judicial».
El ataque sexual entre rejas puede contagiar también otras enfermedades de transmisión sexual, como hepatitis A y B, sífilis y gonorrea.
Además de la posibilidad de exposición a la enfermedad que viven las víctimas de violación, tanto hombres como mujeres, algunas mujeres quedan embarazadas a consecuencia de la mala conducta sexual del personal.
Algunas de estas mujeres han sido sometidas después a una segregación inadecuada y se les han
negado servicios de salud adecuados.
Al final, 95 por ciento de todos los reclusos son puestos en libertad. En su liberación, los hombres presos sobrevivientes de violación llevan consigo heridas emocionales y han aprendido un comportamiento violento que continua el ciclo de daño.
Los sentimientos de rabia se pueden haber reprimido hasta la liberación, y entonces los sobrevivientes pueden empezar un comportamiento violento y antisocial, junto con la afirmación agresiva de su masculinidad hasta llegar a violar a otros.
Muchos sobrevivientes de violación carcelaria se culpan a sí mismos. Los hombres sobrevivientes suelen sentir que han sido despojados de su «masculinidad». La tendencia de los victimarios a feminizar a sus víctimas y el empleo general de términos equívocos como «violación homosexual» provocan el sentimiento a muchos hombres heterosexuales de que su sexualidad ha sido puesta en duda.
Los sobrevivientes gay pueden llegar a atribuir la culpa de la violación a su orientación sexual.
Apunta a las personas vulnerables…
Las víctimas de violación carcelaria se cuentan normalmente entre los miembros más vulnerables de la población en arresto.
Las víctimas hombres suelen ser jóvenes, no violentos, delincuentes por primera vez que son pequeños, débiles, tímidos, gay o afeminados, e inexpertos en los estilos de la vida en la cárcel.
Los estudios indican que el violador carcelario típico escoge a la víctima en función de «la debilidad e incapacidad de la víctima para defenderse».
Como piensan que no tienen alternativa, algunos presos consienten en actos sexuales para evitar la violencia.
En otros casos, la violación tumultuaria y otros ataques brutales los han dejado golpeados, sangrando y en algunos cuantos casos, muertos.
Muchas veces, los que pasan por la experiencia quedan marcados como blanco de futuros ataques, y eventualmente se obliga a las víctimas a aceptar la esclavitud sexual a largo plazo para poder sobrevivir. Tratados como si fueran propiedad de los violadores, las víctimas pueden ser forzadas a una servidumbre que incluye arreglos de prostitución con otros presos.
De las mujeres entre rejas, las reclusas jóvenes, enfermas mentales y delincuentes por primera vez son particularmente vulnerables a los ataques sexuales del personal masculino.
Centinelas hombres han violado vaginal, anal y oralmente a presas y han abusado de su autoridad intercambiando bienes y privilegios por sexo.
A los oficiales correccionales muchas veces les está permitido mirar a las reclusas cuando se visten, duchan o van al retrete, y algunos recurren con regularidad a la degradación verbal y el hostigamiento a las presas.
Las mujeres también denuncian toqueteos y otros abusos sexuales por parte del personal masculino durante los cacheos y registros.
Viola leyes internacionales, nacionales y estatales…
La violación a presos es una infracción del derecho internacional de los derechos humanos que equivale a la definición de la tortura: la imposición intencional de grave dolor o sufrimiento físico o mental con un propósito ilícito, cometida, consentida o aceptada por autoridades públicas.
La violación de personas detenidas ha sido clasificada como tortura por varios organismos internacionales.
Además, EU ha ratificado tratados que prohíben la tortura, la esclavitud y el trato o el castigo cruel, inhumano o degradante.
La Suprema Corte de Justicia de EU ha sostenido que la violación a personas presas es una infracción de la prohibición de castigo cruel e inusual en la Octava Enmienda de la Constitución de los EE.UU.
Todos los cincuenta estados y el Distrito de Columbia penalizan la violación y el ataque sexual, y todos menos cuatro estados tienen estatutos para abordar el abuso sexual de personas reclusas por personal de la prisión.
Pero se ha permitido que continúe.
En suma, la respuesta a la violación de personas presas ha sido indiferente e irresponsable. Los procedimientos de denuncia, cuando existen, suelen ser ineficaces, y el personal de la cárcel y sus autoridades de gobierno ignoran rutinariamente las quejas de los prisioneros sobre ataques sexuales.
La violación de personas presas ocurre con la mayor facilidad cuando no hay nadie que lo vea o lo oiga, sobre todo en la noche y en zonas escondidas que son difíciles de supervisar.
Los reclusos se quejan de la falta de vigilancia y hasta denuncian que nadie responde a los gritos de auxilio.
El castigo por violar a prisioneros es poco frecuente.
Son pocos los fiscales públicos que se interesan en los delitos contra reclusos y dejan este tipo de problemas al arbitrio de las autoridades carcelarias.
En consecuencia, los violadores de presos raras veces son acusados.
Los miembros del personal que abusan sexualmente de reclusos pocas veces tienen que rendir cuentas y enfrentan sólo sanciones administrativas leves y éstas raras veces.
En realidad, algunas mujeres reclusas han denunciado represalias de los oficiales correccionales contra los que se han presentado denuncias de mala conducta sexual.
La violación de personas presas se ha utilizado a veces como un instrumento para castigar a reclusos por mal comportamiento. Reclusos hombres han testimoniado que fueron encerrados a la fuerza en celdas con conocidos predadores sexuales como una forma de castigo por mala conducta ajena a lo sexual.
Las víctimas potenciales de violación carcelaria son apartadas rutinariamente del resto de los presos en una segregación administrativa (similar al confinamiento solitario) como solución putativa a la violación carcelaria. Esta clase de aislamiento es sumamente difícil de soportar, desalienta la denuncia del abuso y castiga efectivamente a las víctimas.
La violación de personas presas también cuesta cara a los contribuyentes en la modalidad de tasas superiores de reincidencia y re-encarcelamiento, aumento de la violencia, tasas más altas de consumo de sustancias químicas, procesos judiciales impulsados por las víctimas, servicios de salud mental y atención médica, incluido tratamiento de VIH y otras infecciones de transmisión sexual.
Pero estos altos costos no han logrado que la mayoría de establecimientos carcelarios pongan en práctica ni siquiera las medidas más básicas para tratar el problema.
*Para más información, ve la página de Internet de Stop Prisoner Rape: http://www.spr.org
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